Como
cosa extraña la mañana estaba soleada. El suelo aún estaba húmedo, unas pocas
horas de sol no son suficientes para secarla. El verde de la vegetación
realzaba bajo la luz matutina. Todo olía a tierra húmeda. El olor se sentía aún
más debido a la evaporación que producía el Sol tropical. Los colores, los
olores, llegaban a lo más profundo de los sentidos. Pero eran las palabras de
aquel alto, flemático, lacónico y sereno sacerdote hindú las que llegaban a lo
profundo del corazón. Narraba cómo un Delegado de la Palabra, sencillo, pero con
la espiritualidad profunda que caracteriza al pueblo q’eqch’í, concluía una
razonamiento diciendo “Padre: ¡¡¡pobres los ricos!!!”.
"...και ανεζητουν αυτον..." (...kai anezetoun auton...) "...y estaban buscándole...." (Lc. 2, 45). Anezetoun se traduce “buscar a una persona”. Esta es una búsqueda, un escrutar los signos de los tiempos para encontrar esa Persona, escondida, casi perdida, pero presente en esa realidad... Una búsqueda como la de José y María por el Templo: de corazón, con ansias, con pasión, con angustia, con verdadero deseo a encontrarle... entre la multitud de personas y hechos cotidianos...