miércoles, 18 de abril de 2012

La razón de escrutar


"...και ανεζητουν αυτον..." (...kai anezetoun auton...)

"...y estaban buscándole...."  

(Lc. 2, 45).

Anezetoun Se traduce como “buscar a una persona”.


Estoy en búsqueda... y espero que estas reflexiones relaten mis parciales experiencias de Él hasta encontrarle en plenitud,... algún día.


Buscarle como le buscaron José y María cuando se perdió en el Templo: de corazón, con ansias, con pasión, con verdadero deseo de encontrarle... entre la multitud de personas y hechos cotidianos.


Escrutando esa realidad, yendo más allá. Tratando de encontrar el nóumeno que está más allá del mero fenómeno. Tratando de desentrañar el por qué más profundo de la realidad vivida, que manifiesta una presencia que muchas veces no aprehendemos a primera vista.


No pretendo "conocerle" en nuestro sentido occidental del término. No. Pretendo "conocerle" en el más puro sentido hebreo: tener una profunda experiencia existencial de Él..., no para "saber" de él como no se pretende describir a la persona amada, sino tener una experiencia de ella... 





Ricardo Arjona canta "porque hablar de Dios es redundar..." y creo que tiene razón. No quiero hablar de Él, el totalmente otro, el inaprehensible... quiero experimentarlo.

¿Habrán podido los apóstoles dar una definición de Él o más bien narraban su encuentro existencial con Él, arrastrados por el magnetismo de su personalidad? 

¿Pretendían los apóstoles cambiar a las personas con que interactuaban o, más bien, pretendían que esas personas tuvieran un encuentro existencial con el Resucitado para que  Él y su espíritu les cambiara?

Es espantoso (y prácticamente imposible) querer cambiar porque así lo exige una doctrina y también es imposible no cambiar cuando se ama a una persona.

Él no es una doctrina que quiero comprender y memorizar, es una persona a la que busco y con la que deseo tener un encuentro existencial. 




¿Qué me anima...? 


En su libro "Contacto con Dios", el gran maestro de la espiritualidad, el padre Tony de Mello s.j., explica cómo Él "no puede resistirse a la persona que le busca y le desea ardientemente" y para ilustrarlo narra  "un relato hindú acerca de un aldeano que se acercó a un «sannyasi» (un santón), que estaba meditando a la sombra de un árbol:


"Se acercó el devoto aldeano y le dijo: «Quiero ver a Dios. Dime cómo puedo experimentarlo». El sannyasi, como es típico en ellos, no dijo ni palabra, sino que siguió haciendo su meditación. El bueno del aldeano volvió con la misma petición al día siguiente, y al otro, y al otro, y al otro... sin recibir respuesta, hasta que, al fin, al ver su perseverancia, el sannyasi le dijo: «Pareces un verdadero buscador de Dios. Esta tarde bajaré al río a tomar un baño. Encuéntrate conmigo allí». Cuando, aquella tarde, estaban los dos en el río, el sannyasi agarró al aldeano por la cabeza, lo sumergió en el agua y lo mantuvo así durante un rato, mientras el pobre hombre luchaba por salir a la superficie. Al cabo de un par de minutos, el sannyasi lo soltó y le dijo: «Ven a verme mañana junto al árbol». Cuando, al día siguiente, acudió el aldeano al lugar indicado, el sannyasi fue el primero en hablar: «Dime, ¿por qué luchabas de aquella manera cuando te tenía sujeto por la cabeza debajo del agua?» «Porque quería respirar; de lo contrario, habría muerto», respondió el aldeano. El sannyasi sonrió y dijo: «El día en que desees a Dios con la misma ansia con que querías respirar, ese día lo encontrarás, sin lugar a dudas».


Confiarán en ti los que conocen tu nombre,
porque no abandonas a los que te buscan.
(salmo 9)

Recuerdo ahora a Amado Nervo cantando:

Pues busco, debo encontrar.
porque no abandonas a los que te buscan. 
Pues llamo, débenme abrir.
Pues pido, me deben dar.
Pues amo, débenme amar.
Aquel que me hizo vivir.
¿Calla? Un día me hablará.
¿Me pone a prueba? Soy fiel.
¿Pasa? No lejos irá;
pues tiene alas mi alma , y va
volando detrás de Él.
Es poderoso, más no
podrá mi amor esquivar.
Invisible se volvió,
mas ojos de lince yo
tengo y le habré de mirar.
Alma, sigue hasta el final
en pos del Bien de los bienes.
y consuélate en tu mal
pensando como Pascal:
"¿Le buscas? ¡Es que le tienes!

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