jueves, 10 de mayo de 2012

¿Ma wank li k'ajkab'?


- ¿Ma wank li k'ajkab'?
- ¡Wank Qawa' !
- ¿Ma yaal?
- ¡Yaal kawa' !

Habíamos visitado de comunidad en comunidad, de aldea en aldea. En todas reunión con los distintos grupos. Ninguneados. Pobreza total. Infrahumana. Pero siempre la alegría, siempre la sonrisa a flor de labio, la mano dada de forma superficial para nosotros, occidentales; sin el apretón fuerte al que estamos acostumbrados, pero dado con amor. Sólo un suave roce. No es su saludo, es el saludo de los "kaxlan winq", de los extranjeros, les fue impuesto y no han terminado de asimilarlo… como tantas otras cosas que no han terminado de asimilar. 500 años de conquista, despojo, humillación, empobrecimiento, alienación,... no han sido suficientes para ellos. Su milenaria y rica identidad, su enraizada cultura, no ha sucumbido. Está viva y presente en ellos... y en mí. Soy producto de ellos. Por mis venas corre su sangre. Su cultura ha impregnado la mía. Y ahora, después de tantos años de destierro, cada vez caigo más en la cuenta de cuan maya soy... y me siento orgulloso.

El viaje había sido maravilloso... para mí. No sé si lo mismo opinaría alguien distinto. Caminar por la selva. Los brazos cortados por el fino filo de las hojas. Picados por los miles de mosquitos de distintas especies y... con distintas enfermedades!!! Aprendí por qué el ignorante extranjero usa camisas de manga corta y pantalones "short" mientras la sabiduría indígena, producto de su silencio, experiencia meditada y acuciosa observación, le lleva a utilizar camisas de manga larga y pantalones largos. 

No sabía -ni puedo explicarme aún- que de lindo tiene llegar a una comunidad cansado, sudado y muchas veces mojado por la lluvia, a comer mal y dormir peor. Pero es la experiencia más bella de mi vida. En el camino, agotado y hastiado, muchas veces pienso que jamás volveré a hacerlo, que soy un estúpido por hacer eso. Pero al llegar a la comunidad, y estar con ellos, la recompensa al esfuerzo aflora inmediatamente.

La identificación con ellos es plena. Parece que la Palabra brota de sus vidas naturalmente. Parecen ser religiosos por naturaleza. Recuerdo las palabras de José Antonio Pagola: "Para entender a Jesús no es necesario tener conocimientos especiales; no hace falta leer libros. Jesús les hablará desde la vida. Todos podrán captar su mensaje: las mujeres que ponen levadura en la masa de harina y los hombres que llegan de sembrar el grano." Algo muy sencillo para los sencillos y ellos, sencillos, lo han entendido… y lo viven. Ellos no son occidentales, ellos vienen del Oriente, como aquellos que, escrutando los signos, encontraron la Verdad. Para ellos la fe implica la vida, no sólo el saber, como lo entiende occidente. 

Y aquí, en estas selvas y bosques, en medio de esta gente que es mi gente para mí "basta vivir intensamente la vida de cada día y escuchar con corazón sencillo las audaces consecuencias que Jesús extrae de ella para acoger a un Dios Padre." Sí, las palabras de Pagola toman toda su dimensión aquí, con ellos, por ellos, entre ellos.

Li k'ajkab' no llega. Habíamos terminado el almuerzo, el café no tenía azúcar. Lo que habíamos pedido era un poco de azúcar y preguntamos si había. Nos respondieron que sí. Volvimos a preguntar si de verdad tenían, nos dijeron que sí. No mintieron, había, pero en la aldea vecina. Ni un grano en esta comunidad. A los 15 minutos regresa sudando uno de los delgados, con el olor a maíz que despide su sudor, y triunfante anuncia:

- ¡Arin wank li k'ajkab' Qawa !

¡Aquí estaba el azúcar! 15 minutos de carrera de aldea a aldea. El azúcar más dulce de mi vida. Azúcar que no era solo producto de la caña, sino del corazón… Empecé a degustar los cafés más deliciosos de mi vida, aunque no estaban hecho de café sino de tortilla de maíz quemada. Todavía percibo su sabor en mi boca. Lo probaría muchas veces más. Parecía que los hombres de maíz habían puesto a hervir su mismo corazón y habían aderezado aquella taza de café. No, no era solo café, era pobreza, carencia, marginación, despojo, alienación, humillación y… algo más. Algo que muchos ojos, muchos oídos, muchos olfatos, tactos y gustos jamás percibirán. Era el "tomen y beban todos de él…", era la sangre de mi pueblo que se identificaba con su sangre. La que quedó regada en las montañas de mi Guatemala, como la que quedó en el Calvario. La donación total. Aquí tortilla quemada, allá vino. Pero en ambas El habita en todo su esplendor, en su humildad, su sencillez, su pobreza, en su ser continuamente ninguneado, tal y como sucedió cuando el mundo no lo conoció, cuando los suyos no lo recibieron…

Abanan li cuanqueb sa' ruchich'och' 
inc'a' que'xq'ue retal chi tz'akal nak a'an 
li Cristo usta sa' xc'aba' a'an quiyîbâc li ruchich'och'.
Quic'ulun sa' lix tenamit. 
Abanan inc'a' quic'ule' sa' xyâlal xbaneb.
Jn 1, 10b - 11

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